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miércoles, 14 de octubre de 2009

Cansada...


Estoy cansada.
Cansada y aburrida.
Y sin que esto se convierta en un poema de Girondo, quiero manifestarme a mi misma que ya no soy capaz de soportar mi vida. No quiero nada, no busco nada, no me importa nada. En este instante abro una página word y escribo para no volver a llorar. Tampoco busco sentir lástima de mi misma, sólo quiero estar quieta y posar mi vista en un solo punto, por mucho mucho rato. Quiero y necesito ser capaz de tomar el asa de mi vida y no soy capaz de gobernar un día de mi mediocre existencia. Quiero borrarme, diluírme, esfumarme…

Tata, ¡te necesito!... dime dónde te puedo encontrar. Necesito conversar contigo y que me cuentes historias del pasado, de Valparaíso, de los cerros del sur, de los ríos, de los indios. Inventa para mi tus aventuras de juventud. Ayúdame a terminar mi puzzle. Después que te fuiste mi vida fue tan distinta, yo recién había ingresado a la universidad y luego de rebelarme contra Dios y la Iglesia, seguí mi camino habiendome colocado antes un par de antiojeras, las cuales me acompañarían por algún tiempo. El luto aún lo llevo conmigo, cada vez que veo la puerta de la casa vieja, la casa mia, la casa que guarda parte de mis pasados, de mis recuerdos…el pasillo largo con su piso helado, sus altas murallas, el techo seco, la luz del fondo… De pie sigues ahí, esperando en la entrada…

En esta noche fría, en esta pieza de altas paredes, donde descansan los secretos de la muerte duermo hoy. Siento el susurro del perpetuo silencio buscando escuchar tu rezo, buscando sentir tu caricia.

Mi vida se ha vuelto un caos, un huracán huracanado, una nube amorfa entre cielos anaranjados y furiosos. Por fin sola… ¿por fin sola…? No, sola no, nunca se está completamente solo. Los fantasmas acechan, no los de la muerte sino los de la vida, los de mi reciente pasado, los que llevan nombres vivos. Algunos de alegría y otros de tristeza.

Uno se viste de luto. Otro se viste de amarillo. El último de rojo. El uno gélido. El otro temeroso. El último acariciando… El uno me juzga. El otro me engaña. El último me escucha…El uno desdén. El otro mentira. El último canción… El uno se desvanece. El otro se desvanece. El último desaparece…

El esposo, el amante, el amigo.

¿Habré pensado alguna vez en mi existencia tener tanto y tan poco? No recuerdo… no recuerdo… Soñaba con la entrega absoluta, como párvula ilusa. Con palabras corintelladas, con rosas y caricias, canciones y besos… Jajaja!!! ROSADITA!!!
Y yo… ¿qué he dado yo? Creo que todo, pero es posible que nada, por lo menos nada tan importante que los aferrara a mi cercanía. Por lo menos a los amores; el amigo tiene siempre el espacio abierto para salir volando en busca de su propio amor. Amor oculto en su pasado y posiblemente acechando su futuro. Ojos que quizás le observan desde la distancia, voces mudas que quizás absortas en la piedra reclaman su presencia y que él no escucha. Pobre lágrima salada que no sale en mi presencia. Lágrima que no puedo beber.

Lo que debía conjugar en un solo hombre lo tengo dividido en tres.

Ya no sé qué más decir…

Febrero del 2008, Pablo Urzúa

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